Hace unas décadas, la educación y el aprendizaje de los valores esenciales como la tolerancia, el respeto o la cooperación se hacían en el seno de la familia y en la escuela, mediante el contacto con los demás. Hoy en día es necesario añadir otros participantes en este proceso de educación: los medios de comunicación.
De hecho, el siglo XXI, testigo de la emergencia de las Tecnologías de la Información y de la Comunicación (TIC), es considerado como la era de la información y la gente, que ya no puede conformarse con la prensa escrita y a la radio, pasa cada vez más tiempo delante de una pantalla. En medida, los españoles pasan 226 minutos diarios[1] frente a la televisión, sin hablar de las horas pasadas frente al ordenador o la consola de juego. Hoy en día los medios de comunicación están presentes en todos los sectores, del comercio al arte pasando por la educación y los que no son capaces de utilizar esas tecnologías forman una nueva categoría de personas, los “analfabetos funcionales”, que tienen una desventaja considerable a la hora de buscar un trabajo.
Los medios de comunicación representan unas grandes ventajas por su rapidez y su sencillez de uso. Ahora, cualquier persona puede tener acceso a una gran fuente de informaciones de todo el mundo sin salir de su casa. Los medios no sólo permiten informarse sino que ofrecen también divertimento a sus utilizadores, que pueden escapar durante unos minutos a la realidad de su vida estresante, lo que explica en parte su gran éxito en una sociedad donde la presión en el mercado laboral es constante.
Sin embargo, los medios de comunicación pueden también ser vectores de inconvenientes. Así favorecen una cierta pasividad por parte de su público, que a veces traga la avalancha de informaciones propuestas sin ejercer su espíritu crítico. Al contrario de los discursos lineales, esos nuevos medios de comunicación logran evitar los filtros de la mente y tocan directamente las emociones, seduciendo a los que no se ponen en guardia. Los valores transmitidos por los medios de comunicación no reflejan tampoco el ideal ciudadano. Muchas imágenes a las que nos enfrentamos son violentas, banalizan las relaciones amorosas y presentan a la gente un ideal del individuo a menudo inalcanzable. Los niños crecen con esas imágenes y sin el superviso de los padres o de los educadores, pueden asimilar valores negativas o pensar que los modelos que proponen los medios son los únicos.
Son los jóvenes, particularmente sensibles a los medios, las primeras víctimas de esas tecnologías si no les enseñan cómo utilizarlos con sabiduría. De hecho, son los que más tiempo pasan delante de las pantallas. La TV y internet forman parte de su vida y no se imaginan vivir sin ellos ya que les permiten divertirse, sociabilizarse y sacar adelante sus estudios. Las exigencias de la sociedad tampoco les permiten ignorar la preponderancia de los medios de comunicación, entonces la escuela, que tiene como misión formar a esos futuros ciudadanos, no puede desinteresarse de este tema y los profesores ahora tienen nuevas responsabilidades para preparar a sus alumnos a entrar en sus vidas de adultos responsables.
Primero, los docentes deben enseñar a los estudiantes cómo interpretar y criticar los contenidos de los nuevos soportes de información con el fin de forjarse su propia opinión. De hecho, toda información no es buena y hay que ser vigilante ya que la televisión favorece un esfuerzo intelectual mínimo para atraer a una mayor audiencia y puesto que todo el mundo puede publicar lo que quiere en el Internet. Así, de la misma manera que no se toma un texto al pie de la palabra sin analizar previamente su contexto, es necesario enseñar al niño cómo encontrar quién es el autor de la información, cuáles son sus motivos para escribir y para quién trabaja. No hay que olvidar que, aunque parecen más serios los medios como la prensa escrita o la radio, siempre siguen una cierta ideología y es preciso tener perspectiva para mantener su objetividad. Según los estudios, un periodo privilegiado para agudizar el espíritu crítico de los jóvenes es el del Bachillerato (entre 16 y 18 años) porque es cuando empiezan a hacer sus propias experiencias socioculturales fuera del contexto escolar.
Segundo, los profesores tienen que analizar de una manera científica el contenido de los medios de comunicación. Para manipular los medios y aprovechar todo su potencial, es útil conocer su modo de funcionamiento, su lenguaje, su estructura y su ideología. Para ello, es necesario explorarlos, leer artículos, emisiones de televisión, etc. Este proceso ofrece al alumno un mejor entendimiento de los medios, pero también le invita a seguir la actualidad, a informarse sobre el mundo en el que vive y a diferenciar información de opinión.
El uso de esta materia para completar o ilustrar una lección también puede suscitar un interés mayor por parte de los estudiantes, que consideran este método como más atractivo. Además, un vídeo o una imagen favorecen a menudo una mejor memorización de los contenidos que un simple texto.Finalmente, más que una enseñanza exclusivamente teórica, lo que deben privilegiar los profesores es un enfoque práctico. Al salir de la escuela, los jóvenes tendrán que evolucionar en una sociedad de información donde deberán manipular todas las herramientas a sus disposición. Por consiguiente, tienen que aprender a utilizar los medios de comunicación y a emplear sus competencias creativas para producir su propio contenido. Así la creación de un periódico escolar o de un weblog representa una buena oportunidad para ejercer su expresión escrita, redactando unos artículos, y oral, filmándose para realizar un reportaje vídeo y para familiarizarse con todas las nuevas técnicas que nos ofrece el mundo que no para de evolucionar. También permite promover la reflexión y el debate entre los estudiantes.
Aunque todos reconocen la importancia de incluir el aprendizaje de y con los medios de comunicación en la educación hoy en día, queda mucho por hacer para conseguir buenos resultados. Varios esfuerzos se han implementado en este sentido y al nivel universitario, la enseñanza a distancia mediante unas plataformas virtuales tiene cada vez más éxito. Sin embargo, en España como en muchos países de Europa, la falta de recursos tecnológicos adecuados y de formación permanente de los profesores, que necesitan adquirir los conocimientos técnicos y también didácticos para enseñar a los alumnos, constituye un obstáculo importante. Los modelos que conviene seguir en el ámbito mediático son Finlandia y Gran Bretaña en Europa o Quebec y Australia al nivel mundial, donde la educación en comunicación tiene una gran importancia.
A pesar de la prudencia o de la desconfianza que pueda generar la reciente integración de los medios de comunicación en la educación, ahora debe convertirse en una prioridad para adaptarse a los nuevos retos del mundo y a las exigencias impuestas por la sociedad cuyos avances tecnológicos no pararán.